Diario de Yucatan

La historia nacional, una noria política

OLEGARIO M. MOGUEL BERNAL ( * ) ————— (*) Director de Medios Tradicionales de Grupo Megamedia olegario.moguel@ megamedia.com.mx @olegariomoguel

Repasar la historia nacional es darse un chapuzón en un crisol de acontecimientos y personajes que, de manera asombrosa, nos muestran que la repetición es parte misma de la memoria de México y estamos en una noria incansable de sucesos e ideas relacionados con el poder y sus protagonistas.

Eso me pasó al revisar las páginas de La presidencia imperial, de Enrique Krauze (Tusquets México, 1997), obra de la que he tomado las referencias incluidas en este artículo.

Hace poco menos de un siglo, un presidente hacía sonar a toda voz que México pasaba de “la era de los caudillos a la era de las instituciones”. De sus instituciones y las que él toleraba, claro está. Era Plutarco Elías Calles.

Un siglo después la noria se encuentra en la antípoda, con un presidente que en su pasado reciente mandó al diablo a las instituciones y en los hechos combate aquellas que le resultan incómodas.

No son contrarios Calles y AMLO. El común denominador entre ambos es el manejo, control y centralización del poder en manos del Ejecutivo. Lo que ha cambiado es el discurso sobre las instituciones. Pero no los hechos.

A Calles lo apaciguó un correligionario y colega de armas, Cárdenas, quien a su vez heredó el poder a otro militar, su aliado incondicional, lugarteniente y secretario de la Defensa, Manuel Ávila Camacho. Y es con este último donde encontramos otra vuelta de tuerca.

Resulta que, por algún misterio de la política, Ávila Camacho, un militar de cepa, en vez de incrustar a la milicia en más ámbitos de la vida nacional de los que ya dominaba, la regresó a los cuarteles; sacó a los soldados de la vida política y cívica de México. En los hechos, los sacó del Partido de la Revolución Mexicana, tío del PRI e hijo del Partido Nacional Revolucionario que fundó Calles.

“Pertenezco al Ejército y lo quiero mucho. Pero ha pasado ya para México la época de los generales. Estoy seguro de que los civiles acertarán en el cumplimiento de su deber” (Jaime Torres Bodet. Memorias. Años contra el tiempo. Porrúa. México, 1969).

Eso confesó Ávila Camacho en algún momento al final de su administración. Entiéndase por “los civiles” a su “tapado”, compadre y secretario de Gobernación, Miguel Alemán Valdés.

AMLO, en otra vuelta de la noria, ha sacado a los militares de los cuarteles donde estuvieron confinados más de 70 años y sus labores se limitaban a la defensa nacional y el apoyo a la ciudadanía. Ahora son policías, vigilantes, contratistas y hasta constructores.

Para ambos, la decisión fue fundamental para apuntalar sus planes: el primero, para ungir a su “tapado” y consolidar el proyecto del partido de Estado. El segundo, también para sostener su proyecto personal en un México cada vez más turbulento y para intentar aplacar a los adversarios políticos y a las voces discordantes, a la vez de echarse a la bolsa a la soldadera.

Así puede el lector pasar páginas de la historia y encontrar proyectos, regímenes, esquemas de poder y personajes que confirman el giro de la noria en la vida nacional, al menos en el último siglo.

Personaje que nunca ha perdido su lugar en la memoria histórica es la oposición. Ya sea vestida de militar o de civil, de crítica constructiva o cacareando vacuidades, de comparsa o verdadera oposición política e impulsora de la sociedad civil, siempre ha estado presente. La más formal en materia de organización política, desde 1939, ha sido el Partido Acción Nacional, que en la actualidad se enfrenta a la posibilidad, casi necesidad, de alcanzar la presidencia, pero a tan solo dos años de las elecciones no cuenta con candidata o candidato ni se vislumbra alguno en el futuro inmediato, cuando ya resulta urgente.

Por eso hoy, ochenta años después, podemos decir con Daniel Cosío Villegas, que el PAN “no cuenta ahora ni con principios ni con hombres y, en consecuencia, no podría improvisar ni los unos ni los otros… su escasa actividad se ha gastado en una labor de denuncia; pero poco o nada ha dicho sobre cómo organizaría las instituciones del país” (Cosío Villegas, “Ensayos y notas”. “La crisis de México”. Hermes, México. 1966).

El texto del “caudillo editorial de México”, como lo bautizó Krauze, se podría firmar lo mismo en el siglo pasado que en este 2022. La noria de la política nacional sigue dando vueltas.— Mérida, Yucatán.

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2022-05-14T07:00:00.0000000Z

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