Diario de Yucatan

Un personaje entrañable

EDUARDO PATRÓN AMADOR ( * )

Durante mi prolongada carrera como médico y cardiólogo, he tenido la fortuna de relacionarme y tener una verdadera amistad con gentes de gran valor humano, entre ellos profesionistas y personas honestas cada quien en su campo, quienes han contribuido como muchos otros yucatecos a la mejoria y progreso de nuestro Estado.

En esta ocasión me quiero referir a don Mario Arturo López Novelo, el cual —si la memoria no me engaña— en conjunto con su hermano Enrique fueron los primeros contadores públicos titulados en nuestro Estado.

Era un hombre con gran capacidad de trabajo, de una energía envidiable, con mucho amor por la vida, alegre, con una chispa y simpatía de llamar la atención. Como profesional, era muy respetuoso y responsable de su trabajo, tanto en el ámbito empresarial como cuando fue servidor público.

Don Mario Arturo se casó con doña María Teresa Cámara Rivas, espléndida persona con la que formó una familia muy unida. Tuvieron cuatro hijos: Mario Arturo, Marissa, Humberto José y María Isabel.

Yo tuve la oportunidad de conocerlo y tratarlo al requerir mis servicios como cardiólogo, fue enviado por un maestro mío, el Dr. Jorge Escudero de la Peña, por tener una arritmia persistente, que se le presentó durante un viaje al Continente Europeo, no mejorando durante todo el viaje.

Afortunadamente logramos controlar su arritmia, pero no su tabaquismo; en ocasiones consumía de 30 a 40 cigarrillos diarios, hábito que dejó durante sus últimos años de vida.

Me contaba que había recurrido a muchos tratamientos y procedimientos para controlar su tabaquismo, inclusive había acudido a una clínica en Miami, cuyo nombre no recuerdo, y lo habían introducido a una cabina telefónica de aquellas antiguas, la cual tenía el piso lleno de colillas y cenizas. Te encerraban en ella te monitorizaban tanto a nivel cardiovascular como respiratorio, te daban varias cajetillas de cigarros y te pedían fumaras uno tras otro.

Don Mario lo toleró durante 62 minutos (le llamaban técnica de sobresaturación), al salir en muchos casos no quedaban ganas de volver a fumar. Sin embargo, don Mario en dos o tres meses ya estaba con el cigarro en la boca, seguramente por el stress de su trabajo.

Una vez controladas sus arritmias, conversando en el consultorio le comenté que en tres meses —————

(*) Cardiólogo vendría el Dr. Escudero a dar una conferencia magistral durante el Congreso de la Sociedad Yucateca de Cardiología, del cual en ese entonces yo era el Presidente.

Don Mario me comentó de inmediato: Dr., Mi esposa, tiene fama de preparar platillos exquisitos, le pido por favor que la cena que se va a llevar al cabo con sus maestros de Cardiología de la capital de la república sea en mi casa.

Quedamos formalmente en eso y faltando cinco días para la cena, me permití hablarle para recordarle el compromiso, grande fue mi sorpresa cuando su hija Marissa me dijo: Dr., mis papás están en Europa. 48 horas antes de la cena me habla desde París y me dice: Le recuerdo que les espero el viernes por la noche para la cena.

Yo todavía dudando, reservé en un restaurante cerca de Itzimná para esa noche. El jueves por la tarde me habla al consultorio desde la ciudad de Nueva York y me comenta: Mañana a las 9 de la noche les espero en la casa.

Doña Chata (su esposa) y don Mario tomaron el vuelo de Nueva York a la ciudad de México el viernes temprano y el vuelo México Mérida por la tarde. Doña Chata preparó un banquete en tres horas (obviamente ya había mandado a comprar los ingredientes para la cena).

Fue una cena exquisita, de la cual todavía me acuerdo entre otros manjares de unas peras rellenas con tres quesos con una salsa de nuez y bañadas en cognac, de lo mejor que he probado en mi vida. Toda la cena se escanció con vinos exquisitos, fue una noche maravillosa. Los doctores se fueron fascinados.

Así se las gastaba este buen señor de una generosidad sin límites, siempre dispuesto a ayudar y a resolver problemas del prójimo en la medida de sus posibilidades.

Era tan detallista que investigaba mis días de vacaciones en el IMSS para ofrecerme su departamento (Kin-Há) en Cancún durante esos días.

En una ocasión, durante una cena me comentó: Eduardo, he planeado mis años de vejez, de tal manera que ahorré durante muchos años de mi vida laboral y ya invertí en el banco la cantidad necesaria de acuerdo con mis cálculos para que con capital e intereses, pueda seguir teniendo el mismo nivel de vida, si Dios así lo quiere hasta los 90 años de edad. Así lo hizo y lo cumplió cabalmente.

Ayudó a mucha gente, albergues, dispensarios, etc., durante su vida.

Un gran ser humano, todo un caballero y una persona muy sui generis .— Mérida, Yucatán.

PÁGINA EDITORIAL

es-mx

2022-08-19T07:00:00.0000000Z

2022-08-19T07:00:00.0000000Z

https://diarioyucatan.pressreader.com/article/282029036021281

Compania tipografica Yucateca